La superpoblación de jabalíes en la zona prepirenaica de Lleida ha obligado este año al Departament d’Agricultura a alargar al máximo la época de veda, y los cazadores se han convertido en casi una necesidad para evitar que estos animales destrocen campos de cultivo y sean un peligro para la circulación.
La veda acabó el último domingo de marzo (un mes más tarde de lo habitual), después de que también adelantaran su inicio para poder hacer frente a la gran cantidad de jabalíes que bajan desde las montañas en busca de comida.
El motivo de esta superpoblación es que, tras un inicio de verano muy lluvioso, Lleida sufrió un periodo estival de sequía, las bellotas se pudrieron en los bosques y los jabalíes (que se habían reproducido en cantidad) se quedaron sin alimentos. Ante la necesidad de comida, estos animales se acercan ahora a las zonas más bajas de la montaña, invadiendo fincas, poblaciones y carreteras para buscar entre los cultivos raíces, gusanos y otros alimentos.
Según explicaron desde el Departament, ampliar el periodo de veda es una medida para hacer frente a situaciones de emergencia, como la superpoblación de jabalíes de este año. Pero no sólo prevé evitar daños en los campos, sino también accidentes en las carreteras.
Agricultura ya informaba al inicio de la campaña, de que en Lleida, por la alta densidad de jabalíes desde el 1 de julio y hasta el inicio oficial de la vida (en setiembre), la caza del jabalí se podía realizar cuando hubiera producido daños a la agricultura, comunicándolo antes al Departament o a los Agents Rurals”. “Adelantar la temporada del jabalí es consecuencia de su abundancia, y tiene como objetivo prevenir los daños que puedan causar”, se argumenta en la web de Agricultura.
Pero a pesar de todas estas medidas de prevención no han sido suficientes para evitar los daños causados por los jabalíes que han acabado invadiendo cultivos y destrozando plantaciones este año.
Josep Maria Eroles, un agricultor de Santa Maria de Meià, es uno de los afectados por estos daños. “Hacía años que no veíamos tantos destrozos. A mí me entraron en las trufas porque no las tenía valladas y me las dañaron. Pero ha habido payeses que incluso han tenido que volver a sembrar. He visto también campos de trufas silvestres completamente destrozados, en los que parecía que se había metido un tractor a labrar”, explicó. Entre el tipo de cultivos más afectados, hay campos de trigo, cebada y trufas, de las zonas de Artesa de Segre, Tremp, la Seu d’Urgell, Ponts y hasta Calaf.
Por su parte, el presidente de la Associació de Caçadors del Pirineo, Josep Moreno, explicó que algunas sociedades de cazadores que ya habían acabado de cazar, se vieron obligadas a salir de nuevo por esta superpoblación.
Según explicó Moreno, la climatología no sólo ha afectado a la caza de jabalíes sino también a la caza mayor del Pirineo, donde nevó muy pronto y hasta diciembre no se abrió la veda, por lo que se ha dificultado la caza en esta zona y la bajada de ciervos, gamos o rebecos hacia las zonas de carretera suponen un grave riesgo para la seguridad del tráfico.
Para los cazadores, ésta ha sido una campaña buena y se espera que la próxima también lo sea. El presidente de cazadores del Pirineo recordó la necesidad de impulsar ayudas para promover la caza sobre todo entre los más jóvenes. Y es que la figura del cazador se ha convertido casi en indispensable para la seguridad de los agricultores y del tráfico.
B. RUIZ
