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LA CAZA Y SU IMAGEN PÚBLICA



La caza y su imagen pública

18/04/2016
La caza es una actividad bastante fiscalizada por la opinión pública, de tal forma que es muy frecuente que quien no es cazador no sea indiferente, sino que si se le pregunta al respecto de qué le parece esta actividad contestará que es más bien anticaza

Curiosamente el posicionamiento de estas personas hacia agresiones directas como son el uso de pesticidas en el campo, las concentraciones parcelarias al uso de las sufridas en los últimos años, el acortamiento de los ciclos de las especies cultivadas mediante ingeniería genética… es aquí de indiferencia, generalmente por ignorarlas, o simplemente por no considerarlas un importante factor de amenaza para espacios y especies.

 

Desgraciadamente, estamos actualmente en una situación en la que abundan los posicionamientos muy enrocados, muy torpes, muy poco serios y acientíficos, e incluso en algunos momentos insultantes, propiciados por sectores radicalmente en contra de la caza dirigidos por representantes del supuestamente ecologismo y el nuevo animalismo radical, que no tienen nada que ver con la realidad y el rigor científico cuando afirman que la actividad cinegética está esquilmando la naturaleza, cuando precisamente se trata de todo lo contrario.

 

En mi opinión, este tipo de planteamientos anti-caza tiene su base en la percepción tan distinta que al respecto suele existir entre el medio rural y el urbano. En este último, salvo excepciones lógicamente, la tendencia a ver la Naturaleza como un escenario, sentado en la tribuna, es un hecho bastante extendido. La persona media del entorno urbano tiene una relación con lo rural ciertamente novedosa respecto a la mantenida durante siglos. La economía industrial, que ha sustituido a la inmensa mayoría de los estados y regiones del sur de Europa, se ha apoyado en una emigración masiva desde el campo a las ciudades, fenómeno cuyas repercusiones sociales quedan reflejadas en la actualidad en una visión centrada en la versión más idílica del campo, la del ocio, la de los animalitos y las bellas flores. Este sector, asume con facilidad las informaciones más espectaculares que sobre la caza y la fauna silvestre pueden dársele, y ello quizá por no tener más compromiso con ese medio rural que el derivado de una visita de ida y vuelta.

 

Pero también hay que decir que el sector cinegético tampoco ha sabido explicar que la caza es un aliado fundamental de la conservación de la naturaleza y la biodiversidad si se aprovecha y gestiona de manera sostenible. Y es necesario, por tanto, mejorar la imagen, comunicar mejor…

 

¿Qué se debe hacer para revertir esta situación?

 

En primer lugar, el cazador necesita demostrar que las cosas se están haciendo bien, y tomar la responsabilidad de denunciar y marginar todas aquellas prácticas cinegéticas poco respetuosas con el medio ambiente, aún presentes en colectivos de cazadores. Entre estas me refiero sobre todo a la comercialización de la caza cuando es llevada a extremos que comprometen la supervivencia de las especies cinegéticas silvestres o recurren a prácticas poco éticas y alejadas de los estándares de calidad. Así, repoblaciones con especies alóctonas o híbridas, manejos ganaderos de la especies silvestres, etc., creo que no tienen cabida dentro de una actividad cinegética sostenible y moderna.

 

Otra cuestión a señalar es que la sostenibilidad de la caza suele cuestionarse y desde diferentes puntos de vista, pese a los más de 20 años transcurridos desde la implantación de los planes técnicos de caza (PCT). Como han dicho algunos expertos, «los planes técnicos de caza (PTC) se convirtieron en instrumento básico y obligatorio para la gestión de cualquier tipo de aprovechamiento cinegético, independientemente de su titularidad. Al cabo de este tiempo se ha constatado que los PTC han dado menos frutos de los esperados, en parte debido al poco interés que muestran muchos titulares y gestores en su elaboración y desarrollo, en parte atribuible a la falta de seguimiento y control de la que son objeto por las Administraciones competentes. En consecuencia, aun reconociéndose la conveniencia y utilidad de los PTC, resultan insuficientes para garantizar el fomento y gestión de la caza a nivel autonómico. Por ello, se están explorando nuevas vías en pro del desarrollo de mejores prácticas venatorias que, sin duda, contribuirán a revalorizar y dar mayor peso específico a los PTC».

 

Dentro de este contexto, una de las iniciativas recientes e interesantes para ganar en imagen pública, desde mi punto de vista, es la implantación del sistema de gestión de calidad cinegética como herramienta de conservación y de oferta diferenciada.

 

Por otra parte, tampoco el sector cinegético ha sabido comunicar a la sociedad la realidad de esta actividad. La actividad cinegética tiene muchos aspectos positivos, y cito a continuación algunos de ellos. Quizá el primero, y más importante, es la conservación de una actividad heredada de nuestros ancestros y que nos ha marcado evolutivamente como especie. En segundo lugar, el trabajo de recuperación de la caza menor que se está haciendo en muchas zonas agrarias, y que a pesar de no contar con apoyos suficientes, se mantiene de forma incansable en muchas sociedades, aun a costa de renunciar a los aprovechamientos cinegéticos. Y, en tercer lugar, y en lo que a algunas especies de caza se refiere, su papel como regulador de poblaciones, como sustituto de la predación natural, contribuyendo al equilibrio de los ecosistemas.

 

El sector cinegético debe cambiar el mensaje que está lanzando a la sociedad. Debe acercarse mucho más a una sociedad no cazadora, que, hoy por hoy, no entiende el papel de la caza como elemento de preservación de la naturaleza. Hay que trabajar mucho más con los jóvenes y emprender acciones en las que, aun conservando el espíritu cinegético, tenga cabida toda la sociedad. La caza debe convencer a la sociedad de su compatibilidad y su contribución real a la conservación.

 

Siguiendo con lo anterior, y sin perder la focalización en las especies cinegéticas, las sociedades de cazadores deben de volcarse más con otros problemas de conservación de la naturaleza y adquirir un papel más preponderante en todos los ámbitos de preservación de los recursos naturales. Hay que dejar atrás muchos perjuicios y estar socialmente más activos en otras acciones de conservación al margen de las estrictamente relacionadas con la caza. Para ello habrá que desterrar definitivamente algunas prácticas cinegéticas socialmente poco defendibles y que aún subsisten en nuestras sociedades de cazadores (exhibición de las piezas abatida, prácticas venatorias poco éticas, etc.) y por supuesto, cumplimiento de la legislación a rajatabla.

 

Julen Rekondo
Químico, periodista especializado en temas ambientales, Premio Nacional de Medio Ambiente 1998 y asesor de la Oficina Nacional de Caza, la Conservación y el Desarrollo Rural





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